Por: El Joven Kappus
Aún no puedo dormir, la lluvia es violenta, la lluvia es muy violenta y el silencio es muy ruidoso a mis oídos.
Vagando en los pensamientos de calles sucias y oscuras, veo a un valedor que hace tiempo no me acordaba de el... ¿cómo?...¿cómo se llamaba?, le decían el "caníbal". Era un cabrón muy flaco y muy viajado, todo el tiempo mencionaba querer estar solo, sin embargo nunca lo estaba; la pasión lo dominaba, especialmente por un libro muy pequeño el cual llevaba consigo siempre.
¿¡Que tranza pinche caníbal, cómo estás!? El pinche caníbal parecía no oírme y actuando lentamente me contestaba, empezaba hablándome de una chava - su novia - y terminaba dándome una teoría de la estructura de las moscas. Lo más gracioso era que en ese momento le había entendido perfectamente y jamas notaba que se le iban las cabras.
Un día por la tarde - ya oscurecía - lo encontré tirado en la banqueta por Ampliación, con el libro en la mano. Me detuve a ver que le ocurría, le levante un poco la cabeza y le pregunté: ¡caníbal! ¡caníbal! ¿qué te pasa wey?... por diez segundos el cuerpo flaquísimo lo sentí frío y mis manos se paralizaron, los pies se me congelaron y la mirada se perdió.
Al haber tenido esa sensación y el haber captado ese aroma tan penetrante que llagaba, pasando por todos mis conductos nasales, hasta los pulmones, supe que el caníbal estaba muerto. En ése instante, no me importó estar junto a aquel cuerpo inmóvil, a nadie le importaría saberlo; él estaba ahí, él estaba allá y aún mi curiosidad rasgaba mi piel, ¿se habrá llevado el libro o mis ojos podrían verlo por fin? Un imponente rayo lo iluminó entre la noche y temblando, lentamente lo tomé... no lo podía creer... el caníbal se lo había llevado, el libro estaba en blanco.
Me quedé toda la madrugada ahí, casi sin respirar, sin mover ningún miembro de mi vida. Cuando dejó de llover, solo con el libro en blanco, lloré, acordándome, como en éstos momentos lo hago de él..."el caníbal".
Me di cuenta de que ahora me tocaba tener el libro y que solo lo podría leer al final de mi vida.
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